La Física sigue haciendo descubrimientos cada vez más asombrosos. Hace poco, un grupo de astrónomos descubrieron la estrella de neutrones más masiva jamás detectada. Se trata de un púlsar que gira rápidamente a aproximadamente 4,600 años luz de la Tierra.

Este objeto, el cual ha superado todos los records existentes en tamaño, se tambalea al borde de su propia existencia, acercándose a la masa máxima posible (teóricamente) para una estrella de neutrones.

Las estrellas de neutrones, conocidas también como los restos comprimidos de estrellas masivas que se han convertido en supernovas, son los objetos “normales” más densos del universo conocido. (Los agujeros negros son técnicamente más densos, pero están lejos de ser normales). Solo un cubo de azúcar de material de estrella de neutrones pesaría 100 millones de toneladas aquí en la Tierra, o casi lo mismo que toda la población humana junta.

Aunque los astrónomos y los físicos han estudiado y se han maravillado de estos objetos durante décadas, quedan muchos misterios sobre la naturaleza de sus interiores: ¿los neutrones triturados se vuelven “superfluidos” y fluyen libremente? ¿Se descomponen en una sopa de quarks subatómicos u otras partículas exóticas? ¿Cuál es el punto de inflexión cuando la gravedad vence a la materia y forma un agujero negro?

Un equipo de astrónomos que utiliza el Telescopio Green Bank (GBT) de la National Science Foundation (NSF) nos ha llevado un poco más cerca de las respuestas a estas preguntas. Los investigadores, miembros del Centro de Fronteras de Física NANOGrav, descubrieron que un púlsar de milisegundos que gira rápidamente, llamado J0740 + 6620, es la estrella de neutrones más masiva jamás medida, con 2.17 veces la masa de nuestro Sol en una esfera de solo 30 kilómetros de diámetro. Esta medición se acerca a los límites de cuán masivo y compacto puede llegar a ser un solo objeto sin aplastarse en un agujero negro.

Un trabajo reciente que involucra ondas gravitacionales observadas a partir de estrellas de neutrones en colisión por LIGO sugiere que 2.17 masas solares podrían estar muy cerca de ese límite. “Las estrellas de neutrones son tan misteriosas como fascinantes”, dijo Thankful Cromartie, un estudiante graduado de la Universidad de Virginia y becario predoctoral Grote Reber en el Observatorio Nacional de Radioastronomía en Charlottesville, Virginia. “Estos objetos del tamaño de una ciudad son esencialmente núcleos atómicos descomunales. Son tan masivos que sus interiores adquieren propiedades extrañas. Encontrar la masa máxima que la física y la naturaleza permitirán puede enseñarnos mucho sobre este reino inaccesible en astrofísica”.

Los pulsares reciben su nombre debido a los haces gemelos de ondas de radio que emiten desde sus polos magnéticos. Estas vigas barren el espacio en forma de faro. Algunos rotan cientos de veces por segundo. Dado que los púlsares giran con una velocidad y regularidad tan fenomenal, los astrónomos pueden usarlos como el equivalente cósmico de los relojes atómicos. Tal cronometraje preciso ayuda a los astrónomos a estudiar la naturaleza del espacio-tiempo, medir las masas de los objetos estelares y mejorar su comprensión de la relatividad general.

En el caso de este sistema binario, que está casi al borde en relación con la Tierra, esta precisión cósmica proporcionó un camino para que los astrónomos calculen la masa de las dos estrellas. Cuando el púlsar pasa detrás de su compañera enana blanca, hay un sutil retraso (del orden de 10 millonésimas de segundo) en el tiempo de llegada de las señales. Este fenómeno se conoce como “retraso de Shapiro”. En esencia, la gravedad de la estrella enana blanca deforma ligeramente el espacio que la rodea, de acuerdo con la teoría general de la relatividad de Einstein. Esta deformación significa que los pulsos de la estrella de neutrones giratoria tienen que viajar un poco más lejos a medida que avanzan por las distorsiones del espacio-tiempo causadas por la enana blanca.

Los astrónomos pueden usar la cantidad de ese retraso para calcular la masa de la enana blanca. Una vez que se conoce la masa de uno de los cuerpos coorbitantes, es un proceso relativamente sencillo determinar con precisión la masa del otro.

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