Científicos creen que la ternura de los animales domésticos y las caras relativamente planas de los humanos pueden ser el trabajo de un gen que controla algunas células importantes del desarrollo.

Con la investigación de este gen, los científicos quieren explicar el “síndrome de la domesticación”, es decir, el hecho de que los humanos, al ser domesticados (por sí mismos) cambiaron sus rostros, tal y como sucede con los animales que han sido domesticados (gatos, perros, etc.).

En 2014 ya un grupo de científicos propuso que la domesticación afectó células de desarrollo en los animales, lo que les dio una apariencia más agradable y tierna. Sin embargo, esta idea no tenía mucha evidencia a favor.

En el nuevo estudio, los investigadores estudiaron las células de personas con trastornos del desarrollo para aprender qué hace funcionar a las células de la cresta neural. Y un gen, BAZ1B, encargado de células de la cresta neuronal, les entregó un nuevo hallazgo. Resulta que la alteración en los niveles de proteína BAZ1B afecta la rapidez con que las células de la cresta neural se mueven en las pruebas de laboratorio, informaron los científicos el 4 de diciembre en Science Advances.

Los investigadores descubrieron que los genes bajo la dirección de BAZ1B se encuentran entre los que cambiaron tanto en los animales durante la domesticación como en los humanos modernos a medida que evolucionaron. Algunas variantes de esos genes se encuentran en casi todos los humanos modernos, pero no se encontraron o no eran tan frecuentes en el ADN del Neandertal o Denisovan, informa el equipo.

Es por eso que el neurocientífico Matteo Zanella de la Universidad de Milán, señala que esta es la primera prueba de autodomesticación en humanos. Sin embargo, Kenneth Kosik, neurocientífico de la Universidad de California en Santa Bárbara, opina que aunque es un documento muy interesante, “vincular la evolución humana, la domesticación y el desarrollo de los rasgos faciales en función de la actividad de un gen es una sobreinterpretación. Ese tipo de saltos simplemente no pertenecen a un artículo científico”.

Los investigadores razonaron que las variaciones en BAZ1B y su proteína pueden afectar ligeramente su función o la cantidad de proteína que se produce, lo que lleva a un movimiento más lento de las células de la cresta neural y las características de la domesticación. Adam Wilkins, un biólogo evolutivo y uno de los autores del artículo de 2014, señala que los resultados que correlacionan la cantidad de proteína BAZ1B con la biología celular es exactamente lo que se esperaría si un gen de células de la cresta neural fuera responsable del síndrome de domesticación. Sin embargo, señaló que guarda recelo ante resultados tan radicales.

Brian Hare, antropólogo evolutivo en la Universidad de Duke, se mostró más entusiasmado:

“Esta es la prueba más fuerte hasta la fecha de la hipótesis de la auto-domesticación humana, y parece apoyar la idea de que los humanos, como muchos otros animales, han evolucionado debido a la selección de amistad que también moldeó otras características como nuestras caras”, dijo. 

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