Un nuevo estudio revela que casi la mitad de la energía del cuerpo es utilizada por el cerebro durante la primera infancia. De esta manera, los científicos han podido vincular la demanda de energía del cerebro con el riesgo de obesidad.

El estudio publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS por sus siglas en inglés), dirigido por Christopher Kuzawa de Northwestern University y Clancy Blair de la facultad de Medicina de la New York University, propone que la variación en las necesidades energéticas del desarrollo del cerebro en los niños, en términos de tiempo, intensidad y duración del uso de la energía, podría influir en los patrones de gasto de energía y aumento de peso.

“Todos sabemos que la cantidad de energía que queman nuestros cuerpos es una influencia importante en el aumento de peso”, dijo Kuzawa, profesor de antropología en la Facultad de Artes y Ciencias de Weinberg y miembro de la facultad del Instituto para la Investigación de Políticas en Northwestern. “Cuando los niños tienen 5 años, sus cerebros usan casi la mitad de la energía de sus cuerpos. Y, sin embargo, no tenemos idea de cuánto varía el gasto energético del cerebro entre los niños. Este es un gran agujero en nuestra comprensión del gasto energético”.

“Uno de los principales objetivos de nuestro artículo es llamar la atención sobre esta brecha en la comprensión y alentar a los investigadores a medir el uso de energía del cerebro en estudios futuros sobre el desarrollo infantil, especialmente aquellos enfocados en comprender el aumento de peso y el riesgo de obesidad”.

Los investigadores también se preguntaron si los programas diseñados para la estimulación del cerebro en la etapa pre-escolar podrían influir en el patrón de uso de energía del cerebro. Y de hecho, creen plausible que existe un mayor gasto de energía por parte del cerebro en este contexto, lo que es muy beneficioso para los niños.

Kuzawa y sus colegas publicaron un primer estudio en 2014, que demostraba que el cerebro consume un máximo de por vida de dos tercios del gasto de energía en reposo del cuerpo y casi la mitad del gasto total, cuando los niños tienen cinco años. El estudio también demostró que en las edades de la primera infancia, cuando el cerebro consume mayor energía, es también cuando disminuye el aumento de peso.

“Este hallazgo ayudó a confirmar una hipótesis de larga data en la antropología de que los niños humanos evolucionaron a una tasa mucho más lenta de crecimiento infantil en comparación con otros mamíferos y primates, en parte porque sus cerebros requerían más energía para desarrollarse”, dijo Kuzawa.

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