Un estudio realizado a 1.000 neozelandeses mostró que el consumo sostenido de cannabis sativa antes de los 18 años provoca secuelas permanentes en la inteligencia, atención y la memoria de los afectados.

Según el documento, los individuos que iniciaron el consumo de marihuana en la adolescencia y lo prolongaron durante varios años, mostraron una disminución media del CI de 8 puntos, al comparar su CI a los 13 años, y a los 38.
Dejar de fumar posteriormente no pareció revertir la pérdida, afirma la investigadora principal Madeline Meier, investigadora en la Universidad de Duke, en Estados Unidos.

La variable clave fue la edad de inicio de consumo de marihuana, y el desarrollo del cerebro, señala Meier. Los sujetos del estudio que no consumieron marihuana hasta que fueron adultos no mostraron reducciones mentales. Antes de los 18 años, sin embargo, el cerebro todavía está en desarrollo, y puede ser más vulnerable a los daños de las drogas.
“La marihuana no es inofensiva, especialmente para los adolescentes”, apunta Meier.

Alrededor del 5% del grupo de estudio eran dependientes de la marihuana, o consumían más de una vez a la semana, antes de los 18 años. A los 38 años, todos los participantes del estudio realizaron una serie de pruebas psicológicas para evaluar su memoria, velocidad de procesamiento, razonamiento y procesamiento visual.

Las personas que consumían marihuana regularmente en la adolescencia obtuvieron resultados significativamente peores. Los amigos y familiares, entrevistados de forma rutinaria como parte del estudio, eran propensos a informar que los consumidores regulares de cannabis tenían problemas de atención y de memoria.

Laurence Steinberg, psicólogo en la Universidad de Temple, en los Estados Unidos, quien no participó en la investigación, afirma que este estudio está entre los primeros en distinguir entre los problemas cognitivos que alguien pudiera tener antes de consumir marihuana y los que fueron causados por la droga.

“Este estudio apunta a la adolescencia como una época de mayor vulnerabilidad”, apunta Steinberg, quien añade que “los resultados dejan bastante claro que no es simplemente el uso crónico lo que provoca déficit, sino el uso crónico durante la adolescencia”.

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