Un grupo de científicos logró secuenciar el genoma del cáncer contagioso que afecta al mayor marsupial carnívoro, el demonio de Tasmania, permitiendo así construir un mapa de la propagación en la población, y encontrando además diferencias genéticas en distintos tumores.

La investigación realizada ha revelado que este cáncer que se ha estado propagando en los animales mediante la mordedura, surgió originalmente de las células de sólo una hembra de demonio de Tasmania, la que ha sido apodada como “El Demonio Inmortal” ya que, a pesar de que esta criatura murió hace unos 15 años, su ADN aún vive en la línea celular del contagioso cáncer que ha generado, provocando la aparición de tumores en la cara de los demonios infectados, creciendo con gran velocidad y causando así la muerte en unos cuantos meses.

El grupo de investigadores señala haber encontrado evidencias de diferencias genéticas en tumores de una población de 69 demonios de Tasmania en distintas locaciones, permitiendoles así generar un mapa para analizar la propagación del cáncer en la población de demonios, indicando que algunos subtipos de este cáncer podrían ser más virulentos que otros.

Elizabeth Murchison, principal autora de la investigación, dijo: “El cáncer del demonio de Tasmania es el único cáncer que amenaza con extinguir toda una especie”. Mientras que uno de los coautores, David Bentley dijo: “Descubrimos que el genoma del cáncer del demonio de Tasmania cuenta con cerca de 20 mil mutaciones, lo que es un número menor de las que se encuentran en algunos tipos de cáncer humanos, lo que indica que el cáncer no debe ser necesariamente muy inestable para que llegue a ser contagioso”.

El grupo de expertos a su vez, señaló que este cáncer crea un modelo para el estudio de varios tipos de cáncer que padecen los humanos, ya que es estable, y proporciona una mejor oportunidad para encontrar particularidades que no se aprecian al estudiar el cáncer en el ser humano, notando que en nuestro caso no es contagioso debido a que las células cancerígenas son distintas entre los afectados y son rechazadas por el sistema inmunológico al ser transmitidas.

 

Vía Scientific American

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